jueves, 25 de septiembre de 2014

La fuente de la mala escritura (S. Pinker)

"La 'maldición del conocimiento' lleva a los escritores a asumir que sus lectores saben todo lo que ellos saben.

¿Por qué tanto de lo que se ha escrito es tan malo? ¿Por qué es tan difícil de entender un formulario del gobierno, un artículo académico o las instrucciones para configurar Internet inalámbrico en casa?

La explicación más popular es que la prosa opaca es una elección deliberada. Los burócratas insisten en galimatías para cubrir su anatomía. Escritores técnicos cuadriculados se vengarán de los atletas que tiraron arena a sus caras y de las chicas que no quisieron ir a citas con ellos. Pseudo-intelectuales dispararán oscuras verborreas para esconder el hecho de que no tienen nada que decir, en la esperanza de engañar a su público con jerigonza pretenciosa.

Pero la teoría del engaño hace muy sencillo el demonizar a otras personas, mientras que nosotros mismos nos desentendemos. Al explicar cualquier deficiencia humana, la primera herramienta que utilizo es laNavaja de Hanlon (Hanlon's Razor): nunca atribuyas a la maldad aquello que puede ser explicado adecuadamente con la estupidez. El tipo de estupidez que tengo en mente no tiene nada que ver con ignorancia o bajo coeficiente intelectual; de hecho, son frecuentemente lo más brillantes y mejor informados quienes más sufren de ésta. 

Una vez atendí una conferencia sobre biología dirigida a un público amplio y general en una conferencia sobre tecnología, entretenimiento y diseño. La conferencia, además, estaba siendo filmada para ser distribuida por Internet a otros millones de legos. El conferencista era un eminente biólogo que había sido invitado para explicar su reciente descubrimiento sobre la estructura del ADN. Él se lanzó en una presentación repleta de jerga, orientada hacia sus colegas biólogos moleculares, y se hizo inmediatamente aparente para todos en la habitación que ninguno entendía una sola palabra y que el conferencista estaba perdiendo su tiempo. Es decir, aparente para todos menos para el eminente biólogo. Cuando el anfitrión interrumpió para pedirle que explique su trabajo con mayor claridad, éste parecía estar genuinamente sorprendido y no poco irritado. Este es el tipo de estupidez del que estoy hablando.

Llámelo la Maldición del Conocimiento: una dificultad para imaginar cómo se para alguien más el no conocer algo que usted conoce. El término fue inventado por economistas para ayudar a explicar por qué las personas no son tan hábiles al regatear como podrían serlo cuando poseen información que su opositor no. [...]

La maldición del conocimiento es la única mejor explicación sobre por qué buenas personas escriben mala prosa. Simplemente al escritor no se le ocurre que sus lectores saben lo que éste sabe - que no dominan el argot de la profesión, no pueden adivinar los pasos que faltan y que parecen demasiado obvios como para mencionar, no tienen un modo de visualizar una escena que para éste es clara como el día. Y es así que el escritor no se molesta por explicar la jerga, o deletrear la lógica, o suministrar el detalle necesario.

Cualquiera que quiera romper la maldición del conocimiento debe primero apreciar lo diabólica que ésta es. Como un borracho que está demasiado deteriorado como para darse cuenta que está demasiado deteriorado para manejar, no notamos la maldición porque la maldición previene que la notemos. [...]

¿Cómo podemos romper la maldición del conocimiento? El consejo tradicional - siempre recuerda leer sobre tu hombro - no es tan efectivo como usted puede pensar. Ninguno de nosotros tiene el poder de ver los pensamientos privados de los demás, así es que el tratar de colocarse más aún en los zapatos de otra persona no lo volverá más sensible a desvelar qué es lo que esa persona conoce. Pero es un inicio. Así es que para lo que vale: hey, te estoy hablando a ti. Tus lectores saben mucho menos sobre tu tema de lo que tú crees y a menos que realices un seguimiento de lo que sabes que ellos no saben, está garantizado que los confundirás.

Una mejor manera de exorcizar la maldición del conocimiento es cerrar el ciclo, como dicen los ingenieros, y obtener retroalimentación del mundo de los lectores - es decir, mostrar un borrador a algunas personas similares al público objetivo y descubrir si lo pueden seguir o no. Psicólogos sociales han encontrado que tenemos exceso de confianza, a veces hasta la ilusión, sobre nuestra habilidad de interferir en lo que otras personas piensan, incluso en las personas más cercanas a nosotros. Sólo cuando preguntamos a esas personas es que descubrimos que lo que es obvio para nosotros no es obvio para ellos.

El otro modo de escapar la maldición del conocimiento es el mostrarte un borrador a ti mismo, idealmente luego que haya pasado suficiente tiempo como para que el texto ya no te sea familiar. Si eres como yo, te encontrarás pensando, "¿A qué me refería con eso?" o "¿Cómo sigue esto?" o, con demasiada frecuencia, "¿Quién escribió esta basura?". La forma en la que los pensamientos se le ocurren a un escritor es rara vez la forma en la que éstos pueden ser absorbidos por el lector. Consejos sobre cómo escribir no son tanto sobre cómo escribir, sino sobre cómo revisar. 

[...] Siempre trata de elevarte sobre tu mentalidad parroquiana y averigua cómo es que otras personas piensan y sienten. Puede que no te haga una mejor persona en las esferas de la vida, pero será una fuente de continua amabilidad para con tus lectores."

Leer el artículo completo en inglés aquí.